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Es la que se ofrece con motivo de una circunstancia pasajera: encuentro con una persona transeúnte, acontecimiento improvisado, como un funeral, necesidad conveniente, como un episodio inesperado, o un encuentro ocasional.
No debe ser identificada con las catequesis intermitentes, como las cuaresmales o las pentecostales que se centran en un tiempo, en una fiesta litúrgica o con motivo de alguna conmemoración. Y tampoco son equivalentes a las catequesis breves, como son la preparación a un sacramento, un Bautismo un catecumenado prematrimonial o una convivencia de grupo selecto.
Tales catequesis no deben ser infravaloradas, sobre todo si no son únicas y se repiten periódicamente. Todos los acontecimientos son excelentes oportunidades para formas la fe y la conciencia y deben ser aprovechados. Los importante es que se realicen tales catequesis en lo posible según los criterios rectos catequísticos: objetivos precisos, sistematización adecuada, proyección de vida práctica, compromiso de ulterior y responsable formación.
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